Desde el 2015, Brasil tiene una nueva legislación acerca de los usos de la biodiversidad brasilera por la ciencia y las cadenas productivas. El tema es regido por la Ley 13.123, más conocida como Ley de Biodiversidad. Sus normativas definen, según la jerga científica, “el acceso al patrimonio genético, protección, acceso al conocimiento tradicional asociado y la repartición de beneficios para conservación y uso sostenible de la biodiversidad”. El nuevo ordenamiento jurídico fue reglamentado por el Decreto 8.772/16, en 12 de mayo del 2016.
En la rutina de los científicos, es muy común que tengan que echar mano de recursos de la biodiversidad. Eso significa que, en sus investigaciones, van aislar e estudiar el genoma de plantas, animales, microorganismos y hongos. Observando las informaciones genéticas de esas distintas formas de vida, pueden comprender mejor los fenómenos relacionados a la biología celular y molecular, permitiendo que estructuras biológicas y químicas sean reproducidas en la creación de innumerables productos y tecnologías.
Según la ley brasilera, el patrimonio genético se define como “la información de origen genética de especies vegetales, animales, microbianas o especies de otra naturaleza, inclusive sustancias provenientes del metabolismo de eses seres vivos.” Por otro lado, el acceso al conocimiento tradicional asociado es la “investigación o desarrollo (I+D) realizado sobre el conocimiento tradicional asociado al patrimonio genético que haga posible o facilite el acceso al patrimonio genético.”
Esas acciones en I+D, basadas en el acceso al patrimonio genético, pueden resultar en la producción de medicamentos, alimentos industrializados, cosméticos y bebidas, por ejemplo. Además, el análisis de amuestras de biodiversidad también es importante en la búsqueda de soluciones para retos cómo el de los cambios climáticos, la generación de energía renovable y el entendimiento de la relación evolutiva entre las especies. En el campo de la salud, es fundamental para la producción de kits para diagnóstico y vacunas. Así como para las investigaciones epidemiológicas, para el estudio de como algunas enfermedades son transmitidas y para la descubierta del ciclo de parásitos, por ejemplo.
Sin embargo, hay una serie de cuestiones importantes acerca del uso del patrimonio genético. Una de ellas es el riesgo de biopiratería, que ocurre cuando los recursos naturales son utilizados de manera ilegal y transferidos a otros países sin la debida autorización. La biodiversidad – o sea, la variedad de flora, fauna y microbiota en determinado local – se considera un bien de uso colectivo – y valioso – de cada país, que debe estar protegido por leyes específicas. Esas mismas leyes deben garantizar que la información genética sea utilizada de manera sostenible, y que será protegida y conservada. La reglamentación también es importante para asegurar la repartición de los beneficios generados a partir de esos estudios científicos de modo justo y equitativo.
Otro punto es que, además de los recursos naturales en sí mismos, es fundamental valorizar el conocimiento tradicional asociado. La ciencia saca provecho de ese conocimiento tradicional cuando, por ejemplo, un científico visita una tribu indígena e investiga entre sus habitantes que tipo de plantas usan para combatir determinada enfermedad, economizando así tiempo y recursos. Caso tal investigación avance, es importante que los que detienen la sabiduría popular reciban también los beneficios generados por los estudios.